Luego de mucho tiempo, volvimos, y trataremos de tener más continuidad.
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EL ROBLE Y EL PÁJARO
En un rincón tranquilo del bosque, un viejo roble se alzaba majestuosamente, sus ramas extendiéndose hacia el cielo. Cada año, el árbol observaba el ciclo de las estaciones, sintiendo el cálido sol del verano, la brisa fresca del otoño, el frío del invierno y el renacimiento de la primavera.
Un día, un pequeño pájaro azul llegó volando y se posó en una de sus
ramas. El árbol lo saludó con un suave susurro de sus hojas.
—Bienvenido, pequeño amigo —dijo el roble—. ¿Qué te trae a mi refugio?
—Estoy buscando un lugar para descansar y un amigo con quien compartir mis aventuras —respondió el pájaro.
El árbol sonrió, o al menos así lo sintió el pájaro, pues una suave
brisa agitó sus hojas en un susurro amigable.
—Aquí siempre tendrás un lugar para descansar —dijo el roble—. Cuéntame sobre tus viajes.
El pájaro comenzó a narrar sus historias, hablando de vastos campos, ríos cristalinos y montañas majestuosas. El árbol escuchaba atentamente, disfrutando cada detalle de las aventuras del pequeño pájaro.
Con el tiempo, el pájaro azul y el viejo roble se hicieron grandes amigos. El pájaro encontró refugio en las ramas del roble durante las tormentas y calor abrasador, y el árbol se deleitaba con las historias del mundo exterior que el pájaro le traía.
Una primavera, el pájaro encontró a su compañero y juntos construyeron un nido en el roble. Pronto, el árbol y el pájaro compartieron no solo historias, sino también la alegría de ver crecer a una nueva generación de pájaros.
Y así, en un rincón tranquilo del bosque, el viejo roble y el pequeño pájaro azul vivieron en una amistad eterna, compartiendo historias, risas y la belleza de la vida, año tras año.
—Aquí siempre tendrás un lugar para descansar —dijo el roble—. Cuéntame sobre tus viajes.
El pájaro comenzó a narrar sus historias, hablando de vastos campos, ríos cristalinos y montañas majestuosas. El árbol escuchaba atentamente, disfrutando cada detalle de las aventuras del pequeño pájaro.
Con el tiempo, el pájaro azul y el viejo roble se hicieron grandes amigos. El pájaro encontró refugio en las ramas del roble durante las tormentas y calor abrasador, y el árbol se deleitaba con las historias del mundo exterior que el pájaro le traía.
Una primavera, el pájaro encontró a su compañero y juntos construyeron un nido en el roble. Pronto, el árbol y el pájaro compartieron no solo historias, sino también la alegría de ver crecer a una nueva generación de pájaros.
Y así, en un rincón tranquilo del bosque, el viejo roble y el pequeño pájaro azul vivieron en una amistad eterna, compartiendo historias, risas y la belleza de la vida, año tras año.
¡Cuánto tenemos que aprender de la naturaleza!
¡Dios los bendiga!!!