sábado, 17 de agosto de 2024

"La Sombra del Bosque"






En un pequeño pueblo rodeado de espesos bosques, vivía un hombre llamado Lucio. Era conocido por su bondad y sabiduría, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Sin embargo, una oscura leyenda rondaba aquellas tierras: se decía que en lo profundo del bosque vivía una sombra maligna, una entidad que se alimentaba de la maldad de los corazones humanos.

Nadie sabía con certeza cómo había nacido esa sombra, pero todos sentían su presencia, especialmente en las noches de luna nueva, cuando los caminos se volvían peligrosos y el aire estaba cargado de temor. Los ancianos del pueblo hablaban de cómo la sombra susurraba al oído de los hombres, incitándolos a cometer actos de crueldad y violencia. Los que caían en sus tentaciones no volvían a ser los mismos; sus ojos se volvían fríos y sus corazones, insensibles.

Lucio había perdido a un amigo cercano por culpa de la sombra, y aunque el dolor aún lo atormentaba, juró que no dejaría que aquella oscuridad continuara corrompiendo a los suyos. Una noche, armado solo con su determinación y un viejo amuleto que le había dado su abuela, se adentró en el bosque.

Mientras caminaba, el ambiente se volvía más opresivo, y Lucio podía sentir cómo la sombra trataba de apoderarse de su mente. Escuchaba voces, recordatorios de sus fracasos y miedos, pero cada vez que sentía que iba a sucumbir, apretaba el amuleto contra su pecho y recordaba las enseñanzas de su abuela: "La verdadera fuerza reside en la bondad, Lucio. No dejes que nada te desvíe de ese camino."

Finalmente, llegó a un claro donde la oscuridad era casi tangible, como un velo que cubría la luna. En el centro, una figura sin forma, hecha de pura sombra, se alzó ante él. La criatura habló, su voz como un susurro frío que se colaba en su mente.

—¿Qué haces aquí, mortal? —preguntó la sombra—. Nadie puede derrotarme, soy el reflejo de la maldad que existe en cada ser humano.

Lucio sintió el peso de aquellas palabras, pero no retrocedió.

—Tú no eres más que un parásito —respondió, con la voz firme—. Te alimentas de lo peor de nosotros, pero no somos solo oscuridad. También hay luz, y es más fuerte de lo que crees.

La sombra rió, un sonido que resonó por todo el bosque, pero Lucio no se dejó intimidar. Cerró los ojos y, con el amuleto en la mano, concentró todo su ser en un recuerdo feliz: un día soleado en el que jugaba con su amigo antes de que la sombra lo reclamara. El calor de ese recuerdo llenó su corazón y, poco a poco, una luz cálida comenzó a emanar de él, envolviéndolo por completo.

La sombra retrocedió, chillando de rabia, pero la luz se hizo más intensa, empujando la oscuridad hacia los bordes del claro. La criatura intentó atacar, pero cada vez que se acercaba a Lucio, la luz la hacía retroceder.



Con un último grito, la sombra se desvaneció, disuelta por la pureza de la bondad que emanaba de Lucio. El bosque, antes tan sombrío, parecía ahora más ligero, como si un peso invisible hubiera sido levantado. Lucio regresó al pueblo, cansado pero triunfante, sabiendo que la sombra había sido derrotada, al menos por un tiempo.

Desde aquel día, Lucio fue recordado como el hombre que luchó contra la maldad y ganó, no con fuerza ni violencia, sino con la luz que llevaba en su corazón.




miércoles, 7 de agosto de 2024

JAVIER Y SOFIA

 





JAVIER Y SOFIA

 

 

En un barrio humilde de San Isidro, vivía Javier, un hombre de mirada apagada y rostro marcado por el tiempo y el sufrimiento. Durante años, Javier había sido prisionero del alcohol y las drogas, una oscura senda que lo había alejado de su familia, sus amigos y, lo más doloroso, de sí mismo.

 Las noches de Javier eran un constante ir y venir entre bares y esquinas, buscando en cada trago y cada dosis el olvido de una vida que parecía no tener rumbo. Sin embargo, en lo más profundo de su ser, aún latía una chispa de esperanza, un deseo casi imperceptible de encontrar la redención.

 Todo comenzó a cambiar el día que conoció a Sofía. Ella, con su cabello oscuro y su sonrisa cálida, irradiaba una luz que poco a poco fue perforando la oscura niebla que envolvía a Javier. Sofía trabajaba como voluntaria en un comedor comunitario, y fue allí donde sus caminos se cruzaron. Al principio, Javier acudía al lugar solo por la comida, pero pronto descubrió que la compañía y las palabras amables de Sofía eran lo que realmente lo atraía.

 Sofía no se dejaba engañar por la apariencia dura de Javier. Sabía que detrás de esa fachada había un hombre herido, y decidió tenderle una mano. Con paciencia y sin juzgar, comenzó a escuchar su historia. Así, Javier le contó acerca de su amigo Pablo, quien había sido como un hermano para él. Juntos habían compartido risas y sueños, pero también habían caído en el abismo de las adicciones. Una noche fatídica, Pablo había perdido la vida, y su muerte había dejado en Javier un vacío profundo y un dolor insoportable.

 Sofía supo que debía actuar. Con el amor y la firmeza que la caracterizaban, lo alentó a asistir a reuniones de apoyo y a buscar ayuda profesional. No fue fácil. Hubo recaídas y noches oscuras, pero cada vez que Javier sentía que no podía más, recordaba las palabras de Sofía y la imagen de Pablo, su amigo, cuya vida había sido truncada por los mismos demonios que él luchaba por vencer.

 El camino hacia la recuperación fue largo y tortuoso. Hubo lágrimas, gritos y momentos de desesperación. Pero también hubo pequeñas victorias, como la primera semana sin beber, el primer mes sin drogas. Sofía estuvo a su lado en cada paso, sosteniéndolo cuando sentía que iba a caer, celebrando sus logros y consolándolo en sus derrotas.

 Un día, después de casi un año de lucha constante, Javier se dio cuenta de algo maravilloso: había recuperado la esperanza. Se miró al espejo y vio a un hombre nuevo, un hombre que había encontrado en el amor de una mujer y en el recuerdo de un amigo caído, la fuerza para reconstruir su vida. Comprendió que, aunque nunca podría borrar el pasado, tenía el poder de forjar un futuro diferente.

 Javier decidió dedicar su vida a ayudar a otros que, como él, estaban atrapados en el oscuro laberinto de las adicciones. Se convirtió en un voluntario en el mismo comedor comunitario donde había encontrado a Sofía. Juntos, comenzaron a trabajar para ofrecer a otros la misma oportunidad de redención que él había recibido.

 El barrio de San Isidro vio con asombro y admiración la transformación de Javier. Su historia se convirtió en un faro de esperanza para muchos, una prueba viviente de que, con amor, apoyo y determinación, es posible vencer incluso los más temibles demonios. Y así, en cada sonrisa, en cada palabra de aliento, Javier mantenía vivo el recuerdo de Pablo y el amor incondicional de Sofía, los dos pilares que lo habían salvado del abismo y le habían mostrado el camino hacia una nueva vida.

 

"Cunamoryvos"

No, a la droga!!!

No, al alcohol!!!

No, al vicio en cualquiera de sus formas!!!

Por una vida en armonía y  libertad!!!

viernes, 2 de agosto de 2024

UN NIÑO: ¿PERDIDO?

 



Un niño: ¿Perdido?

De: Mario Marini

 

Una madre perdió un niño, y no lo puede encontrar,

si se ha extraviado en el bosque mucho riesgo correrá,

hay animales salvajes y lo pueden lastimar,

ayudémosla a buscarlo o el dolor la matará.

 

Lo busca la policía, por aquí y por allá,

parece que se ha esfumado, nadie sabe dónde está.

que, en medio de los cultivos, o en el gran cañaveral,

o tal vez lo secuestraron, y pronto lo venderán.

 

No pierdan tiempo señores, porque el tiempo es esencial,

cierren fronteras y rutas, investiguen sin cesar,

la gente ruin al acecho, muy bien se sabe ocultar,

conocen cada sendero, que les permita escapar.

 

También manejan dinero, para conciencias comprar,

algún juez, un comisario, o un político rapaz.

Los días siguen pasando, no hay ninguna novedad,

se diluye la esperanza, y crece la impunidad.

 

Al escribir estos versos, pienso en cuántos niños más,

habrán sufrido el calvario, de perder la libertad,

castigados y explotados, robada su dignidad,

a los culpables perpetua, si los llegan a atrapar.


¡Secuestrar, matar, violar o explotar a un niño,

debería se considerado un crimen de lesa humanidad!!!


Ojalá aparezcan los desaparecidos, y en buen estado de salud!!! 


¡Muchas gracias, Dios los bendiga!!!





Córdoba, Argentina.

  CÓRDOBA, ARGENTINA   Descripción y Paisaje:   Córdoba es una de las provincias más importantes de Argentina, ubicada en la región ce...