domingo, 10 de septiembre de 2017

Reflexiones siempre actuales...



Quizá alguno piense que uno es reiterativo o que vive de contramano, la realidad es que al andar la vida, observo la quietud e inmoralidad, de parte de quienes conducen nuestro destino como país y me rebelo contra esa pasividad permisiva.
No hablo a favor de la violencia, porque la repudio totalmente. Hablo a favor de la JUSTICIA, con mayúscula.
Que estamos viviendo dentro de un torbellino iracundo y despiadado, sin pausas y sin códigos de convivencia respetuosa, no es ninguna novedad.
Mi pregunta es; ¿Qué estamos haciendo para cambiar eso? o ¿Qué podemos hacer desde nuestro lugar para crecer y ser mejores cada día?
Si lo enfocamos desde el punto de vista económico, descubrimos que en muchos casos somos nosotros mismos los causantes de nuestra mala situación, y en otros, en mayor número, en la falta de oportunidades de crecimiento para todos aquellos que quieran hacerlo.
Desde tiempos inmemoriales, se destacaron las clases sociales de los más pudientes, sobre el resto. Ahora bien, quienes pueden y deben cambiar esa forma mezquina y asfixiante, no quieren hacerlo, en su gran mayoría, porque pertenecen a esa clase dominante, (políticos, empresarios y gobernantes).
Cada uno lleva agua para su molino y lo que hacen es criticar al de turno, buscando una nueva oportunidad de acceso a alguna de las formas de poder que tanto los enamora, pero que rara vez utilizan en función de los ciudadanos.
Hace muchos años que la columna vertebral de nuestro país, Argentina, viene siendo horadada y destruída. Me refiero a la educación.  Con políticas educativas de muy pobres resultados, le fueron negando al sector menos pudiente, o para decirlo crudamente, de menos recursos, la posibilidad de prepararse mejor para un futuro laboral cada día más exigente. La falta de industrias que creen fuentes de trabajo, reduce la posibilidad de inserción, y aumenta la "burocracia", estatal.
las prebendas, la corrupción y la falta de compromiso de los dirigentes en general, que se llenan la boca prometiendo lo que luego no cumplen, va logrando que poco a poco nos vayamos enfrentando entre nosotros, defendiendo tal o cual camiseta política, mientras ellos se llenan los bolsillos y siguen por décadas manejando nuestras vidas en su beneficio, sin importarles absolutamente nada de nadie. Utilizan recursos ruines para convencernos de que Pedro o Jorge de aquel partido político, nos va a salvar del descenso, (a la miseria).
Creo que es tiempo que comencemos a exigirles y no a pedirles como si fueran dioses. No puede ser que gremialistas, políticos y funcionarios puestos a dedo, se retiren con los pies para adelante, (siguen hasta que mueren, atornillados al poder), siendo totalmente recalcitrantes e ineptos para la función social, a la cual deberían servir.
Cualquier ciudadano tiene un montón de límites para la mayoría de las cosas. ¿Por qué ellos no?
Eduquemos a nuestros hijos para que tengan un futuro con esperanza y realidades y no un presente lleno de promesas incumplidas.
No seguir líderes, si, ser coherente con una idea, no fanáticos, si pensantes.
Nuestro país necesita de todos nosotros, porque somos los que en el habitamos.
Busquemos el bien común, basándonos en el respeto mutuo y la solidaridad por nuestro semejante. Saquémonos las anteojeras, y miremos hacia todos lados.
Cumplamos y luego exijamos. Por nosotros y nuestros hijos y nietos.
Dios nos proteja a todos y nos permita producir el cambio soñado. Para el bien de todos.


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