ALGUNAS IDEAS SOBRE LA EDUCACION A DISTANCIA
La idea de escribir
este trabajo surge de la preocupación de varios profesionales acerca del uso en
niños y adolescentes de pantallas tales
como la computadora y demás medios digitales de los que se dispone para la
enseñanza actual. La pandemia provocada por el Coronavirus no sólo causa
estragos desde lo físico como enfermedad sino que también traerá consecuencias
oftalmológicas, neurológicas, traumatológicas (por la mala postura) e irán
apareciendo otras a medida que esta situación se desarrolle. Entendemos que el
alumnado debe continuar con el aprendizaje a pesar de todo pero consideramos
que esta modalidad implementada dará lugar a alteraciones en la salud de niños
y adolescentes. No todos los alumnos poseen las herramientas necesarias para
las tareas diarias a lo que se suma que tienen que estar guiados por sus padres
u otro adulto que no siempre está capacitado para enseñar, como lo hace un
maestro que vive de cerca las vivencias de los alumnos. En mi carácter de
maestra de grado que ejercí durante diez años, considero que sería un imposible
incorporar a un niño que recién comienza el aprendizaje de la lecto-escritura
desde una pantalla. La presencia del maestro guía y acompaña a los
requerimientos del alumno situación que no podría hacerse a distancia. A esto
se le suman las dificultades de convivencia que comienzan a aparecer en la
familia, sobre todo por el cambio o las alteraciones de conducta de los niños y
adolescentes.
Hay alumnos que tienen la dicha de vivir en hogares con padres
que los contienen, que les enseñan a pensar.
Tal es el caso que transcribo a
continuación. Es un alumno de 5º año de la Escuela Superior de Bellas Artes
Manuel Belgrano.
“Estimados profesores”:
Me comunico con ustedes en carácter del curso con el motivo de manifestar una serie de cuestiones respecto al sistema de evaluación actual. De antemano, es necesario que se sepa que esto tiene un fin constructivo en pos de mejorar la situación actual, tanto del alumnado, como de los profesores.
En lo que va de la cuarentena se estuvo dando entre nosotros, un embotamiento mental por la magnitud de los mails recibidos y sus derivados (tareas, textos, vídeos, etcétera). Esta modalidad, sumada al contexto actual, repercute emocionalmente por la serie de consecuencias causadas por hiper estimulación y sobreexposición de información proveniente de todo tipo de dispositivos.
La presión de entregas, que junto a la superposición de mails y tareas derivan en un estrés que en este momento tan particular, resulta dañino en muchos sentidos. La complejidad y cantidad de los temas dados no permite un correcto entendimiento de ellos, lo cual empeora el ya dicho embotamiento. La soledad en sí, no permite un aprendizaje fructífero y provechoso. Se tiene que contemplar el estado psicológico, afectado de la crisis actual, tanto económica, familiar e individual, que junto a los demás tópicos son la causa de tensiones y problemas. Los tiempos de estudio de esta manera están desregulados, pues hay tareas que llevan más de un día, generando malestares por el acumulamiento de éstas, el estrés, la quietud y el miedo. Esto se podría resolver, aplicando una forma más sana de sobrellevar la cuarentena, pero la imposición escolar y estos métodos de enseñanza, no lo permiten. En efecto, no se dispone de un tiempo de ocio que aporte bienestar y calma.
Cómo propuesta, se debería editar la cantidad y complejidad total del contenido para ser realizada en un plazo de por ejemplo, un mes, sin necesidad de una constante comunicación y de decenas de mails. Así se podrían organizar correctamente las tareas, se asimilaría el contenido más fácilmente y daría lugar a que la vida cotidiana actual, sea menos tediosa y más saludable; ya que las largas jornadas de este tipo son perjudiciales psicológicamente, fisiológicamente y neurológicamente.
Los mails deberían ser exclusivamente una vía de consulta; así no habría una superposición.
De esta manera sería más sencillo solucionar la situación de los alumnos sin servicios de telecomunicaciones. Francisco Bernatene – 5ª1
Me comunico con ustedes en carácter del curso con el motivo de manifestar una serie de cuestiones respecto al sistema de evaluación actual. De antemano, es necesario que se sepa que esto tiene un fin constructivo en pos de mejorar la situación actual, tanto del alumnado, como de los profesores.
En lo que va de la cuarentena se estuvo dando entre nosotros, un embotamiento mental por la magnitud de los mails recibidos y sus derivados (tareas, textos, vídeos, etcétera). Esta modalidad, sumada al contexto actual, repercute emocionalmente por la serie de consecuencias causadas por hiper estimulación y sobreexposición de información proveniente de todo tipo de dispositivos.
La presión de entregas, que junto a la superposición de mails y tareas derivan en un estrés que en este momento tan particular, resulta dañino en muchos sentidos. La complejidad y cantidad de los temas dados no permite un correcto entendimiento de ellos, lo cual empeora el ya dicho embotamiento. La soledad en sí, no permite un aprendizaje fructífero y provechoso. Se tiene que contemplar el estado psicológico, afectado de la crisis actual, tanto económica, familiar e individual, que junto a los demás tópicos son la causa de tensiones y problemas. Los tiempos de estudio de esta manera están desregulados, pues hay tareas que llevan más de un día, generando malestares por el acumulamiento de éstas, el estrés, la quietud y el miedo. Esto se podría resolver, aplicando una forma más sana de sobrellevar la cuarentena, pero la imposición escolar y estos métodos de enseñanza, no lo permiten. En efecto, no se dispone de un tiempo de ocio que aporte bienestar y calma.
Cómo propuesta, se debería editar la cantidad y complejidad total del contenido para ser realizada en un plazo de por ejemplo, un mes, sin necesidad de una constante comunicación y de decenas de mails. Así se podrían organizar correctamente las tareas, se asimilaría el contenido más fácilmente y daría lugar a que la vida cotidiana actual, sea menos tediosa y más saludable; ya que las largas jornadas de este tipo son perjudiciales psicológicamente, fisiológicamente y neurológicamente.
Los mails deberían ser exclusivamente una vía de consulta; así no habría una superposición.
De esta manera sería más sencillo solucionar la situación de los alumnos sin servicios de telecomunicaciones. Francisco Bernatene – 5ª1
LA MIRADA DE UN DOCENTE
Esta manera de encarar la enseñanza no sólo preocupa a los alumnos sino que ocurre lo mismo con los docentes, como es el caso del Profesor Nuccio Ordine, profesor y escritor de la Universidad de Calabria, en el extremo sur de Italia.El quiere dar una voz de alarma: se refiere a los elogios que están difundiendo los fanáticos de lo virtual de la enseñanza telemática. No se refiere a la situación de emergencia que en este momento es inevitable y debe adaptarse para salvar el curso del desastre, le preocupa quienes consideran el coronavirus como una oportunidad para continuar con esta forma de enseñanza. Ya no podremos volver a la educación tradicional ó a lo sumo, imaginar una didáctica con algunas clases en las aulas y otras a distancia.
ALGUNAS IDEAS SOBRE LA EDUCACION A DISTANCIA
El contacto con los alumnos en
el aula es lo único que puede dar verdadero
sentido a la enseñanza e incluso a la propia vida del docente. En treinta años
de servicio, dice que nunca había imaginado clases, exámenes y graduaciones a
través de una fría pantalla. Cómo podrá leer un texto clásico sin mirar a los
ojos de sus alumnos sin reconocer en sus rostros los gestos de desaprobación ó
los gestos de complicidad. Los estudiantes son seres humanos que necesitan,
como los profesores, dialogar, interactuar y reconocerse en la experiencia
vital de estar juntos para aprender. La escuela y la universidad son una
comunidad en la que se forman los futuros ciudadanos que podrán ejercer su
profesión con una fuerte convicción ética y un profundo sentido de solidaridad
humana y del bien común.
Ninguna plataforma
digital puede cambiar la vida de un estudiante. Sólo los buenos docentes pueden
hacerlo.
OTRA
MIRADA DOCENTE
La
famosa frase de Marshall McLuhan, “el medio es el mensaje”, además de ser
profética, se ha convertido, en estos meses de la pandemia, en una verdad
controversial probablemente más que nunca hasta ahora. El contexto original de
la afirmación, aunque el autor ya fuera clarividente respecto de lo que vendría
poco después, no puede compararse con la situación presente. Hasta las
relaciones afectivas radican hoy en el medio más que en el mensaje. Y la
obligación del aislamiento ha llevado a que los instrumentos auxiliares de la
educación se hayan convertido ellos en el mensaje también.
Abundan
las críticas y los ensayos de interpretación del fenómeno y todos estamos al
tanto también de las desigualdades que implica, acentuando las ya existentes de
suyo. La educación a distancia es uno de los tópicos principales derivados de
las estrategias sanitarias extremas ante la pandemia. Dando lugar incluso a
fenómenos curiosos. Un profesor me comentó días atrás que estaba muy satisfecho
con las clases dictadas por vía audiovisual (con los programas informáticos que
son un éxito de difusión) porque por un raro fenómeno (o no tan raro) todos los
alumnos quedaban absortos ante la pantalla y no como en clase con los clásicos
“soñadores” (daydreamer como en la linda novela de Ian McEwan) de la
última fila o de los pupitres junto a la ventana. Es probable que la hipnosis
de los monitores cause ese efecto, además de la exposición del primer plano
inevitable. Pero al parecer la participación dejaba conforme al profesor, por
supuesto que en clases más breves que las presenciales.
Sin
embargo, la cuestión de la mediatez, es decir de la inclusión del medio y por
lo tanto de la advertencia de McLuhan, no debería minimizarse. No se trata
solamente de una utilización instrumental de emergencia, lo que resulta
inevitable, sino también de un modelo de comunicación que se está extendiendo a
todos los registros del trato humano y ya no sólo por la urgencia del
confinamiento sino como medio normalizado (es el caso de las redes sociales).
Al menos dos constataciones se podrían hacer: la primera es la del hecho, el
dato. Ya esta manera de comunicación es una realidad generalizada (y
globalizada) y, además de sus ventajas indudables (por ejemplo las
comunicaciones a distancia), resulta una necedad oponerse obstinadamente y
negarse del todo a estos vínculos. La segunda constatación es la de un cambio
en el registro de la relación humana probablemente sólo comparable a la
invención de la escritura (por lo menos en su forma epistolar, que fue y sigue
siendo aún a través del correo electrónico una forma muy noble de mediar la
comunicación). El ser humano evolucionó en su lenguaje de comunicación, adaptándose a la letra escrita y procurando
hacer que reflejase no sólo lo verbal sino también lo contextual de la
relación. Por algo los epistolarios son en la historia uno de los modos
privilegiados de acceso al pensamiento y sentimientos de los seres humanos. La
pregunta es si el lenguaje de la imagen, el audiovisual, también adquirirá en
nuestra adaptación evolutiva el mismo rango de medio de relación humana. Una
apresurada respuesta puede dejar de lado la complejidad que el fenómeno
presenta. Complejidad asociada al campo profundamente humano de lo simbólico.
Si
McLuhan escribía en el tiempo ya de la comunicación audiovisual, con la televisión
por ejemplo, antes el cinematógrafo ya había también mediatizado una de las
formas de simbolización y de arte comunicacional clásica, como era el teatro.
Ahora la catarsis del teatro griego (o de la ópera) podía con indudables
cambios de lenguaje simbólico llegar a través de una pantalla. Requiriendo, eso
sí, de una nueva manera de interacción entre el comunicador y el destinatario.
Algo de eso también podría darse en estas formas actuales de transmisión,
comunicación y relación educativa. O no. Está por ponerse a prueba.
Es que
hay un registro simbólico de la presencialidad física que el cine no le pudo
arrebatar al teatro ni la carta al diálogo. Este es el registro que en la
relación educativa también necesita de la presencia (real no “virtual”). Es el
plano que está en cuestión. Donde ya el mensaje es el mensaje, no el medio.
Donde la inmediatez supone un espectro simbólico de comunicación irreductible
al medio. Donde la palabra es más que papel escrito. Y aún sin palabras puede
haber comunicación. Donde la imagen no es una reproducción ni un acting
sino una percepción a escala real.
Demonizar
la educación mediática es una gran torpeza. Pero pensar en sus implicancias y
derivaciones es una responsabilidad. El futuro ya es presente.
ASPECTOS
OFTALMOLÓGICOS
Para los oftalmólogos
un motivo de consulta muy frecuente es el que hacen los padres preguntando qué
pueden hacer porque su hijo se pasa conectado al celular.
Se sabe que los niños
pueden experimentar los mismos síntomas que los adultos por el uso de pantallas
o sea que la exposición prolongada produce fatiga visual, visión borrosa,
miopía temporal, dolores de cabeza, ojo seco, picazón ocular, congestión y
fotofobia. La sugerencia es promover el descanso para que no se produzca un
espasmo de la acomodación y una reducción del parpadeo.
La computadora de un
adulto no se adapta bien a un niño ya que las necesidades ergonométricas para
un menor son diferentes (altura de la silla, inclinación de los ojos, no
alcanzan los pies al piso, etc.) La iluminación excesiva también produce
deslumbramiento. En el desarrollo de la miopía hay distintos factores como lo
son los genéticos, los ópticos y los ambientales. El exceso de la visión
cercana contribuye a las dificultades oculares.
Es muy importante
destacar que el hecho de estar durante mucho tiempo frente a las pantallas les
quita algo primordial y vital en la vida de los niños: la exposición al aire
libre, donde deberían pasar más tiempo que el que lo hacen actualmente y re aprender
a jugar como se hacía hasta que aparecieron las pantallas en todas sus formas.
PENSANDO EN EL DESARROLLO DEL LENGUAJE
Quienes trabajamos con el lenguaje infantil sabemos que, es el mejor vehículo de
comunicación, que facilita las interacciones sociales, y favorece el
aprendizaje.
Existen periodos clave y etapas para su
desarrollo: los primeros tres años de vida son el periodo más intenso en la
adquisición de habilidades del habla y lenguaje, pero hasta los 6/7 años el
cerebro estará dispuesto al aprendizaje intensamente.
Este desarrollo estará
relacionado con factores biológicos (que tienen que ver con las características
fisiológicas del individuo), y factores familiares, afectivos, emocionales,
socioculturales y estimulación por parte de su entorno, que van a acompañar
este desarrollo enriqueciéndolo con sonidos que el niño va a ir interiorizando,
junto con la asociación de símbolos y signos propios de cada lengua.
Cuando los adultos
interactuamos con los niños jugando,
contando cuentos, conversando en los diferentes contextos de la vida cotidiana,
estamos construyendo las bases del desarrollo lingüístico de esos niños.
El uso de pantallas en
edades tempranas no es recomendable, teniendo en cuenta que mientras el niño
está frente a ellas, pierde oportunidades importantes para practicar y dominar las habilidades interpersonales, motoras y de comunicación.
Cuando los niños están frente a
las pantallas, no caminan, no corren, lo que fomenta que se conviertan
en más sedentarios y esto puede retrasar su desarrollo en sus
habilidades motoras. Por otro lado, las
pantallas también podrían
interrumpir tiempos valiosos que el niño dedica a la interacción con su familia y amigos, pudiendo generar una
mayor dificultad para socializar en un futuro.
En el acto de comunicar
ya sea transmitir o recibir un
mensaje, utilizamos un código común que
sería la lengua, y lo hacemos a través de un canal o vía, pero junto con ese
código intervienen gestos, expresiones faciales, corporales, táctiles olfativas
y gustativas que van a complementar o no la vía verbal. Estos elementos fundamentales para el
desarrollo psicolingüístico del niño están presentes cuando la comunicación es
presencial.
La pandemia nos ha
obligado a desarrollar múltiples canales comunicativos apoyados en los avances
tecnológicos, los mismos permiten que los seres humanos sigamos conectados
entre sí, a través de las telecomunicaciones, ya que este virus requiere del
aislamiento social para evitar su propagación
y frente a esta situación podemos aceptar que durante este periodo estos
nuevos canales nos permitan entre otras cosas,
contención emocional, educación a distancia, etc.
Sin embargo debemos marcar un límite entre lo que se puede transmitir y
aprender a través de una pantalla, que
no puede reemplazar a las capacidades y experiencias que todo individuo adquiere en las interacciones sociales.
Hospital
General de Niños Pedro de Elizalde
Cristian J.
Ramírez - Capellán
Iole Mariani - Médica Oftalmóloga
Graciela Gaillard
- Licenciada en Fonoaudiología
Irma Passarelli - Médica Pediatra